En torno a 40.000 españoles, sobre todo mujeres, padecen lupus, enfermedad crónica autoinmune caracterizada fundamentalmente por la inflamación y daño de distintos órganos –entre otros, las articulaciones y los músculos–. Y de la totalidad de afectados, cerca de 19.000 –hasta un 90% mujeres– sufren lupus eritematoso sistémico (LES), la forma de la enfermedad asociada con una mayor incidencia y gravedad. El problema es que, a pesar de su gran prevalencia, no existen tratamientos curativos para el LES. De hecho, los pacientes solo cuentan con tratamientos inespecíficos para controlar la enfermedad y sus síntomas. De ahí la importancia de un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Oviedo y del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el que se muestra que la introducción de bacterias en la flora intestinal de los pacientes corrige, aun parcialmente, el desequilibrio inmunológico típico del LES, con lo que se reducen los síntomas asociados a la enfermedad.
Como explica Abelardo Margolles, co-autor de esta investigación publicada en la revista «Scientific Reports», «hemos comprobado que cuando estas bacterias se ponen en contacto con las células inmunes se corrige parcialmente el desequilibrio inmunológico que padecen las personas lúpicas».
‘Corregir’ la flora intestinal
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores partieron de las evidencias que, previamente alcanzadas en la Universidad de Oviedo, constataban la existencia de diferencias muy significativas en las poblaciones microbianas en las heces de las personas sanas y de los pacientes con lupus.
Así, los autores del nuevo trabajo utilizaron un modelo ‘in vitro’ de microbiota intestinal de pacientes de lupus. Y tras añadir a este modelo bacterias beneficiosas de distintas cepas, observaron que esta microbiota o microflora intestinal era muy similar a la que presentan las personas sanas.
Como refieren los autores, «nuestro estudio abre la puerta a la modificación de la respuesta de las células inmunes a través de una manipulación terapéutica de la microbiota, lo que permitiría reducir la sintomatología de los afectados».
Menor sintomatología
En definitiva, el empleo de microorganismos vivos –caso de los prebióticos o probióticos específicos– o las modificaciones en la dieta pueden ayudar, si bien no a curar, a reducir los síntomas de los pacientes que sufren LES.
Como concluye Ana Suárez Díaz, co-autora de la investigación, «los pacientes no se van a curar, pero es posible que el empleo de prebióticos y probióticos específicos o cambios en la dieta puedan mejorar los síntomas y disminuir las respuestas inflamatorias de los afectados. Si conseguimos restaurar una microbiota sana en pacientes con lupus, sus síntomas disminuirán».
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