El lupus eritematoso sistémico está clasificado
dentro del grupo de las denominadas enfermedades autoinmunes, en las cuales el
sistema inmune encargado de proteger al cuerpo de sustancias extrañas, pierde la
capacidad de identificar sus propias células y se produce un ataque por medio de
estas mismas células y anticuerpos, que se manifiesta en la alteración de la
función de diferentes órganos, como la piel, riñones, pulmones, corazón,
cerebro, entre otros.
Aunque todavía no se conocen las causas de la enfermedad, se ha encontrado que es multifactorial y que en ella intervienen factores tanto genéticos como ambientales. La incidencia y la prevalencia son variables en los diferentes países del mundo. Por ejemplo, en Estados Unidos se calcula que la prevalencia es de un caso por cada 500 a 1.000 personas, pero en otros países, como Colombia, la prevalencia puede estar alrededor de 1 caso por cada 1.600 personas.
De acuerdo con el médico internista reumatólogo Elías Forero, los síntomas más comunes asociados al lupus son los dolores de tipo articular y muscular, así como lesiones en la piel que se incrementan con el sol en forma de erupciones cutáneas, fiebre y decaimiento general.
Sin embargo, algunos pacientes pueden experimentar otro tipo de síntomas mucho más delicados, como la alteración de varios órganos principales entre ellos el riñón, pulmón, corazón, sistema nervioso central, entre otros. En algunos casos, los pacientes pueden sufrir de inflamaciones renales, de los nervios, convulsiones y síntomas adicionales.
En la opinión Forero, lo más importante es acudir de manera temprana al especialista tan pronto como se sospeche de la presencia de la enfermedad, dado que sus síntomas se pueden confundir con otro tipo de afecciones.
A pesar de que la enfermedad no tiene cura, se puede estabilizar y controlar con un manejo adecuado. En algunos casos, los pacientes responden a las terapias convencionales, pero hay otros que son de difícil manejo y requieren de tratamientos especializados en los cuales se utilizan medicamentos inmunosupresores e incluso terapias de alta tecnología.
Estos avances en el manejo del lupus, les permiten a los pacientes tener una mejor calidad de vida y realizar sus actividades de manera normal.
Aunque todavía no se conocen las causas de la enfermedad, se ha encontrado que es multifactorial y que en ella intervienen factores tanto genéticos como ambientales. La incidencia y la prevalencia son variables en los diferentes países del mundo. Por ejemplo, en Estados Unidos se calcula que la prevalencia es de un caso por cada 500 a 1.000 personas, pero en otros países, como Colombia, la prevalencia puede estar alrededor de 1 caso por cada 1.600 personas.
De acuerdo con el médico internista reumatólogo Elías Forero, los síntomas más comunes asociados al lupus son los dolores de tipo articular y muscular, así como lesiones en la piel que se incrementan con el sol en forma de erupciones cutáneas, fiebre y decaimiento general.
Sin embargo, algunos pacientes pueden experimentar otro tipo de síntomas mucho más delicados, como la alteración de varios órganos principales entre ellos el riñón, pulmón, corazón, sistema nervioso central, entre otros. En algunos casos, los pacientes pueden sufrir de inflamaciones renales, de los nervios, convulsiones y síntomas adicionales.
En la opinión Forero, lo más importante es acudir de manera temprana al especialista tan pronto como se sospeche de la presencia de la enfermedad, dado que sus síntomas se pueden confundir con otro tipo de afecciones.
A pesar de que la enfermedad no tiene cura, se puede estabilizar y controlar con un manejo adecuado. En algunos casos, los pacientes responden a las terapias convencionales, pero hay otros que son de difícil manejo y requieren de tratamientos especializados en los cuales se utilizan medicamentos inmunosupresores e incluso terapias de alta tecnología.
Estos avances en el manejo del lupus, les permiten a los pacientes tener una mejor calidad de vida y realizar sus actividades de manera normal.
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