viernes, 10 de junio de 2016

La importancia de la alimentación en el tratamiento del Lupus

Por María José Jara, nutricionista y académica de la Universidad Mayor
Si bien se conocen algunos factores que la causan, aún no existe cura. Sin embargo, hay tratamientos muy efectivos que, junto al autocuidado del paciente, ayudan a controlar la enfermedad y evitar las crisis.
En términos de alimentación, no existe una dieta igual para todos, ya que al verse afectados diversos órganos, la dieta debe ser personalizada y adaptada a cada tipo de Lupus, con el fin de ayudar a minimizar los síntomas, reducir la inflamación y mejorar la calidad de vida.
Se debe considerar que las personas con lupus tienen una mayor tendencia a presentar aterosclerosis, por lo tanto, la alimentación debe enfocarse en prevenir la presión alta, el exceso de colesterol en la sangre y la obesidad. Además, algunos medicamentos producen un incremento en el apetito que se traduce en una ganancia de peso. Los glucocorticoides interfieren con la absorción de calcio, zinc, potasio, vitaminas B6, C y D; produciendo pérdida muscular e interfieren en el balance normal de la glucosa en la sangre, lo que produce un incremento en los depósitos de grasa en el cuerpo y resistencia a la insulina.
Según estos factores, existen una serie nutrientes que pueden ser recomendados, según los distintos casos de Lupus:
Vitamina E
Ayuda al funcionamiento normal del sistema inmune, además, tiene propiedades antioxidantes que protegen de los radicales libres, causantes de los procesos de envejecimiento y de algunas enfermedades.
Los alimentos que contienen más vitamina E son los cereales fortificados, almendras, el aceite de girasol, la palta y el germen de trigo.
Vitamina D
La vitamina D participa en la absorción y regulación del calcio en el cuerpo por lo que es responsable del mantenimiento de huesos y dientes fuertes. Las personas con lupus deben evitar exponerse al sol, esto provoca que no sinteticen esta vitamina, por lo que deben incorporarla mediante la alimentación.
Esta vitamina se encuentra en la leche fortificada, los huevos, el hígado, el salmón, el atún, la sardina y el aceite de hígado de bacalao.
Hierro
Una ingesta adecuada de hierro es esencial para la función normal del sistema inmune y se encuentra en la dieta de dos formas diferentes:
El Hierro que se encuentra en productos de origen animal (leche, carne, hígado y huevos) tiene una mejor absorción y utilización que el que se encuentra en productos de origen vegetal (como cereales enriquecidos, espinaca, arroz, porotos negros, maní, arándanos y brócoli). Por lo tanto es fundamental consumir productos de origen animal en las comidas, Además, debemos saber que los taninos (presentes en té, café o vino) reducen la absorción del hierro, por lo que deben consumirse lejos de las comidas aportadoras de hierro.
Ácido Fólico
El tratamiento medicamentoso del lupus puede provocar la deficiencia de folatos, por lo tanto, se aconseja el suplemento de ácido fólico para proteger contra trastornos gastrointestinales y mantener la producción de glóbulos rojos.
Se debe evitar la administración conjunta del suplemento de ácido fólico con té verde y té negro, ya que interfieren en su absorción.
Calcio
Las personas con lupus tienen un mayor riesgo de padecer osteoporosis, ya que la mayoría son mujeres y sedentarias, debido al dolor y fatiga propia de la enfermedad. Habitualmente presentan deficiencia de vitamina D, necesaria para la absorción de calcio o utilizan medicamentos que disminuyen la adsorción del calcio en el intestino. El adecuado consumo de calcio es fundamental para mantener la densidad de los huesos. Fuentes de calcio son la leche y sus derivados (queso, yogurt, etc.) y los alimentos fortificados.
Selenio
Tiene efectos muy beneficiosos en el sistema inmune y refuerza los efectos antioxidantes de la vitamina E. Se encuentra mayormente en las nueces, arroz blanco, atún enlatado, pechuga de pollo y huevos.
Sodio
El sodio debe ser consumido en la menor cantidad posible, para evitar los aumentos de presión y el edema. Algunos de los alimentos que contienen más sodio son los embutidos y quesos maduros, alimentos en conserva, cremas o sopas instantáneas, caldos concentrados, salsa de soja, aderezos ( ketchup, mostaza, mayonesa) y alimentos muy procesados, los que deben evitarse. La sal de mesa también debe limitarse.
Grasas
Los ácidos grasos omega-3 tienen propiedades antiinflamatorias por lo que deben incorporarse en la dieta de las personas con lupus. El omega-3 se encuentra en el aceite de linaza, el aceite de soya, las nueces y los pescados grasos (salmón, sardina y atún).
Las grasas saturadas y el colesterol deben evitarse, debido al mayor riesgo de enfermedad coronaria de las personas con lupus. La mantequilla, manteca, carnes
grasas, embutidos, leches enteras y quesos maduros deben evitarse.
Lo recomendado es consumir aceite de oliva o canola, carnes bajas en grasa, pescado y pollo sin piel; y lácteos bajos o reducidos en grasa.
Carbohidratos y fibra
Para las personas con lupus se recomienda una dieta alta en fibra para manejar los trastornos gastrointestinales propios de la enfermedad. Se debe reducir el consumo de hidratos de carbono simples y preferir los de origen natural, o sea, los que se encuentran en frutas frescas y leche, ya que al consumirlos, además aportamos vitaminas, minerales y fibra.
La cantidad de hidratos de carbono dependerá de los requerimientos y del control de la glicemia de cada persona.
Proteínas
Las dietas altas en proteínas no son apropiadas para personas con lupus, ya que podrían contribuir al deterioro de la función de los riñones. En el caso de las carnes, se recomienda elegir cortes bajos en grasa y en el caso de los lácteos, deben ser descremados.
Cafeína y Alcohol
Se debe evitar los alimentos o bebidas excitantes, como el café, el alcohol o las bebidas cola por ejemplo, ya que la cafeína puede aumentar la palpitación del corazón, causar espasmo de los vasos sanguíneos y aumentar el riesgo de complicaciones gastrointestinales.
El consumo de una dieta equilibrada, que contenga cantidades moderadas de todo tipo de alimento, se destaca como un principio básico en esta enfermedad y las dietas drásticas que propenden a un exceso o exclusión de ciertos alimentos, son más dañinas que beneficiosas, por lo que están contraindicadas.
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